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La victoria de quita y pon de Alex Aranburu en Beasain

El corredor vasco tomó la última rotonda por el lado equivocado y fue relegado por los jueces, que tras una hora rectificaron

Beasain es el pueblo de los trenes. Es difícil viajar en metro, en tranvía, o en cualquier vehículo que circule sobre vías férreas en todos los continentes y que no haya pasado por las factorías de la localidad guipuzcoana. Sin embargo, la estación de Beasain es una instalación modesta, en un edificio de 1861 que el Cura Santa Cruz, el guerrillero carlista, incendió diez años después, aunque fue reconstruida siguiendo el diseño inicial. Por dentro, apenas un sobrio vestíbulo, las taquillas y poco más. La cafetería está cerrada hace tiempo.

Ya no es posible tomarse un chocolate caliente como hicieron hace 101 años los hermanos Pelissier, Francis y Henri, primero y segundo en la primera edición de la Vuelta al País Vasco, un par de meses antes, en el café de la estación de Coutances, cuando decidieron abandonar el Tour y se lo contaron al periodista de Le Petit Parisien, Albert Londres que fue allí a tirarles de la lengua. Ni siquiera en aquel histórico paraje del ciclismo se puede hacer, porque en la estación del pueblo normando, tampoco hay cafetería. Solo una máquina de monedas.

Los Pelissier se fueron del Tour porque el patrón, Henri Desgrange, les sacó una tarjeta amarilla por quitarse ropa de abrigo en plena carrera, algo que estaba prohibido. Es una forma de hablar, claro, porque entonces no había tarjetas, como en el ciclismo de ahora, pero sí amonestaciones y amenazas de descalificación. Alex Aranburu, el campeón de España, sí que vio una amarilla real en la segunda etapa de la Itzulia, y en la tercera, le enseñaron la roja. Simbólica, pero mucho más dolorosa que la amarilla de la víspera, aunque luego se la quitaron.

“Las reglas son las reglas, lo siento por él”, decía el líder Max Schachmann. Ya en el último kilómetro, el guipuzcoano marchaba unos metros por delante de sus perseguidores, a los que, junto con Almeida, que se pasó de frenada poco antes, había dejado en el descenso de Lazkaomendi. En la última rotonda, muy cerca de la estación de Beasain, una valla a medio cerrar y dos de los enlaces de la carrera, bandera en mano, indicaban que debía tomarla por la izquierda, pero él, ajeno a todo, ciego por la victoria que veía cercana, lo hizo por la derecha, una ruta ligeramente más corta. Nadie parecía poder alcanzarlo ya. Llegó a la meta con distancia suficiente, levantó los brazos y celebró la victoria.

Unos minutos después, los jueces revisaron la acción en el VAR móvil que persigue a los ciclistas y le descalificaron. Su director, Bingen Fernández, bramaba por la decisión: “No hay argumentos. Si el libro de ruta no vale, a partir de ahora cada uno hará lo que le dé la gana. Es muy frustrante”. Y es que, en el esquema del último kilómetro, como dice Fernández, la flecha indica que la rotonda debía tomarse por la derecha, y no por la izquierda como argumentaron los jueces, aunque prevalezcan las indicaciones de los enlaces de la carrera. “No sé por qué alguien ha puesto una flecha a la izquierda. Los jueces dicen que ha cogido la rotonda por el lado más corto, pero el libro de ruta pone claramente que es por la derecha”. La victoria se la adjudicaron al francés Romain Gregoire. “Han decidido los jueces porque parece que Alex no ha hecho el recorrido correcto y han decretado que sea yo el vencedor, pero no gusta ganar de esta manera”, apuntaba el ganador nominativo, “pero no pude levantar los brazos, no la siento como mía”.

Una hora más tarde, rectificaron los jueces. El reglamento apunta que los ciclistas deben conocer el recorrido. La lección que estudió Aranburu se la cambiaron a la hora del examen.

En una etapa loca desde el principio, con muchas alternativas, con calor de Tour, y ataques constantes en los tres últimos puertos, todo el interés de la carrera quedó centrado en la rotonda del kilómetro final y la polémica por la descalificación de quita y pon de Aranburu. Hasta el líder Schachmann, tuvo su momento de protagonismo en el último repecho. “Le agradezco a Tadej Pogacar que nos haya enseñado que se puede atacar en cualquier sitio”, decía. “Hacía mucho calor y he pensado que si yo estaba sufriendo, también los demás estarían igual”. Rebañó segundos en la meta, donde fue tercero.

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